dimecres, 26 de desembre del 2007

El caminante


Bogota, 6 de desembre. Hola a tots i a totes, com esteu??? Jo, emocionat com un passerell i tocat per la nostalgia de deixar un pais, mes ben dit una casa, mes ben dit, un grup d'amics i mes ben dit una persona increible.... Us envio el correu de la Mariale, la noia amb la que he estat recorrent la perillosa Caracas, en aquest correu es veu com es ella i veureu com es especial, increible, inigualable i un munt d'adjectius mes. La trobare a faltar molt i molt i per aixo somiare en el dia que ens retrobem. Us estima el vostre Rusky!



Panas:
Desde ayer no está más por Caracas el Raül Corominas. Y lo extraño un mundo. Porque aunque parezca un extraditable, es en realidad un extrañable.Así que antes de escribirle un correo que le debo a él, quise escribirles a ustedes para que se queden con la dirección del Rusky, para que se vean en las fotos, donde estamos, o donde quisimos estar, y a los de Bolivia, lugar que nos hizo visibles, para que vean que no es tan jodido llegar a Venezuela y para que aprecien al alto pana que en unos ocho días volverá a trajinar las calles empinadas de La Paz. Ahora que tienen de nuevo la oportunidad… capitalicennnnn.
Que si, que come más que un remordimiento.
Que me destrozó el baño, y aun no sabemos, mi dealer-albañil y yo, por qué razón.
Que fastidiaba a los gatos.
Que roncaba como un tractor el hijodeputa.
Que era medio pavoso (gafe, pa entendernos en ambos mundos) y el único día que fue a la playa diluvió, y la única elección que perdió Chávez, aquí el pana.
Que tiene un descontrol hormonal bochornoso, que sumado a la cantidad de glóbulos rojos que trae de las montañas lo hace letal.
Y más, y más, pero ojalá muchos de nosotros fuéramos por la vida con semejante desparpajo y con tan bonita impunidad.
Y si, lo extraño, porque era el único capaz de comerse feliz en la vida, las cotufas (palomitas de maíz, popocas… que ladilla ser cosmopolita) que yo quemaba con tanto encomio.
Helo allí, de fiesta, de reporterismo, de latin lover, de bailarin, de cronista.
En fin, de un fulano que vive la vida como le sale del forro de los cataplines.
Ale